Enfermedades corneales
Enfermedades corneales
La córnea y sus funciones
La córnea es la capa más externa del ojo, jugando un papel fundamental en el enfoque de nuestra visión. Esta estructura es la que permite el paso de la luz desde el exterior al interior del ojo. Así mismo, protege el iris y el cristalino. Para que la córnea funcione correctamente, debe mantener su transparencia y tener un grado de curvatura adecuado.
La córnea no está vascularizada, esto quiere decir que no contiene vasos sanguíneos que la alimenten o la protejan contra una posible infección. Todos los nutrientes llegan a través de las lágrimas y del humor acuoso.
Las funciones asociadas a la córnea son las siguientes:
- Función de protección. La córnea actúa como escudo protector del ojo, protegiéndolo de daños causados por agentes externos derivados del polvo, gérmenes y otros factores de riesgo. La córnea comparte esta función de protección con los párpados, la órbita ocular, las lágrimas y la esclerótica.
- Enfoque y control de la entrada de luz. La córnea es la responsable de las dos terceras partes de la potencia refractiva (de enfoque) del ojo. La córnea va a realizar la función de enfoque de forma estática, mientras que el cristalino, enfoca de manera dinámica, viéndose reforzada esta actividad por la córnea.
Lesiones corneales más frecuentes
Una falta de transparencia o una deformidad en la córnea puede provocar una distorsión de la imagen en la retina, causando problemas de refracción (miopía, astigmatismo, hipermetropía). Al ser la parte más externa, está más expuesta a otros patógenos que pueden causar diversas patologías. Las más frecuentes son las siguientes:
Una úlcera corneal es una lesión en la córnea o infección ocular que puede llegar a ser grave si no se trata a tiempo. Esta lesión se suele producir la capa externa de la córnea, el tejido transparente que recubre la parte frontal del ojo.
Su origen puede ser estéril (traumatismos, síndrome del ojo seco o cierre inadecuado de los párpados) o bien infeccioso (bacteriana, vírica, por hongos o por parásitos). Uno de los motivos principales por los cuales se producen estas lesiones es el mal uso de las lentes de contacto.
Las úlceras corneales suelen causar dolor, irritación y fotofobia (molestias por la luz o la claridad). También pueden dar causar sensación de cuerpo extraño dentro. La lesión o infección provoca, asimismo, lagrimeo y a menudo se presenta como un punto blanco o grisáceo en la córnea. En cualquier caso, es fundamental acudir a un oftalmólogo lo antes posible.
El edema corneal es una enfermedad ocular que consiste en la inflamación de la córnea como consecuencia de una falta de hidratación en la córnea. De esta manera, el endotelio corneal (parte más interna de la córnea) deja de funcionar, la córnea acumula líquido y pierde su transparencia. El síntoma más característico es la aparición de halos coloreados al mirar una luz, seguido de fotofobia, lagrimeo y enrojecimiento.
Su origen puede deberse a infecciones, traumatismos o distrofias corneales, pero también a complicaciones en una cirugía ocular y al uso de lentes de contacto en mal estado o durante periodos de tiempo excesivos. Sin embargo, la causa más frecuente es una disminución de las células endoteliales de causa genética o bien por causa idiopática o como consecuencia de una operación de catarata.
La córnea es avascular, esto quiere decir que carece de vasos sanguíneos, lo que favorece a su transparencia y su función en la refracción y agudeza visual. Cuando se produce una neovascularización, van a crecer vasos sanguíneos en la córnea como reacción ante la falta de oxígeno (hipoxia) del tejido. Sin embargo, pueden comprometer la agudeza visual y pueden ser un factor determinante para el rechazo o pérdida de un trasplante de córnea previo. Las causas más habituales de esta hipoxia o falta de oxígeno en la córnea que desencadena la neovascularización son procesos infecciosos, un mal uso de las lentes de contacto, respuestas inmunológicas, síndrome del ojo seco o traumas.
Cuando tenemos queratitis significa que nuestra córnea está inflamada. Por su proximidad con la conjuntiva, cuando la inflamación afecta a ambas estructuras (córnea y conjuntiva) podemos definirla como queratoconjuntivitis. Entre sus múltiples desencadenantes, podemos encontrar problemas palpebrales, sequedad ocular; irritaciones por agentes físicos y químicos, incluidas las radiaciones ultravioletas y el uso de lentes de contacto; y por infecciones víricas, bacterianas, fúngicas y protozoos. Normalmente las queratitis afectan a las capas más externas de la córnea, sin embargo, puede complicarse y dañar también las capas más profundas, convirtiéndose en úlceras.
Si la causa de que se produzca esta queratitis es la sequedad ocular, el tratamiento inicial es con lágrimas artificiales, pudiendo requerir tratamientos más intensos sino hay mejoría. Asimismo, las personas alérgicas deben evitar el contacto con los factores desencadenantes y las personas que usan lentes de contacto deben seguir una rutina de higiene.
El queratocono es una de las enfermedades más frecuentes de la córnea. Se trata de una patología degenerativa de la córnea no inflamatoria, caracterizada por una alteración en su forma, volviéndose irregular como resultado de la alteración del colágeno, uno de los principales componentes de la córnea. Se produce un adelgazamiento corneal (ectasia) que provoca un aumento progresivo de su curvatura, adoptando una forma cónica y produciendo una pérdida de visión paulatina. Por ello, los síntomas más frecuentes son la visión borrosa y la distorsión de imágenes.
En cuanto a su diagnóstico, cabe decir que en la actualidad no hay estudios definitivos que concreten de una forma específica las causas por las que se desarrolla esta patología. Sin embargo, se sabe que tiene un papel fundamental en su aparición los factores genéticos y el frotamiento ocular.
El tratamiento va a depender de la fase en la que se encuentre por lo que es fundamental su diagnóstico precoz. Si es diagnosticado en una fase inicial se puede usar un tratamiento farmacológico con lágrimas artificiales y antiinflamatorias. Cuando los síntomas se agravan, la única solución es la cirugía, pudiendo acabar en trasplante de córnea en casos graves.
Recientemente se ha comenzado a utilizar la técnica de crosslinking, que consiste en aplicar una sustancia fotosensibilizante, riboflavina (vitamina B2), eliminando previamente el epitelio central de la córnea para que la vitamina penetre adecuadamente al interior, y posterior exposición de luz ultravioleta de baja potencia sobre la córnea del paciente, con la finalidad de reforzar los enlaces y estructura de las fibras corneales, mejorando la visión y previniendo la necesidad de un futuro trasplante corneal, técnica aplicable en cualquier estado, excepto en patología muy severa. El resultado de esta técnica es la reducción o detención de la progresión del queratocono y de las distorsiones visuales, por lo que estará especialmente indicado en aquellos pacientes recientemente diagnosticados o aquellos en los que todavía está progresando la enfermedad. El crosslinking puede combinarse con la implantación de segmentos corneales intraestromales o la queratectomia fotorefractiva (PRK), cuya combinación permite, no solo detener la progresión de la enfermedad, sino también mejorar la función visual e impedir o retrasar el trasplante de córnea.
La distrofia endotelial de Fuchs es una enfermedad ocular de origen genético que afecta a la córnea. Se trata de una de las enfermedades más frecuentes del endotelio, la capa más profunda de la córnea. Su función es bombear el líquido interno del ojo hacia el estroma, manteniendo su transparencia para permitir el paso de la luz. Cuando existe una distrofia de Fuchs, la bomba funciona con dificultad y el líquido acaba pasando a la capa de colágeno compacto (estroma), dándole una textura más esponjosa. Esto provoca visión borrosa, especialmente por la mañana, y en los estadios más avanzados de la enfermedad este síntoma se vuelve continuo.
Es una patología que afecta a ambos ojos, de curso lento y progresivo, siendo más frecuente en las mujeres. Los primeros síntomas pueden detectarse alrededor de los 30 o 40 años, aunque raramente afecta a la capacidad visual antes de los 50 o 60. Cuando la enfermedad se encuentra en fase avanzada, produce pérdida de transparencia de la córnea, que puede hacer necesaria una queratoplastia (trasplante de córnea).
A medida que se agrava aparecen ampollas de líquido en el epitelio, la capa más externa de la córnea, que causan dolor y pueden llegar a infectarse y provocar cicatrices.
Actualmente, el tratamiento más eficaz es el trasplante endotelial (DMEK). Es una intervención que favorece una rehabilitación precoz y eficaz del paciente.
La distrofia de Fuchs es la más habitual en la córnea, sin embargo, existen numerosos tipos de distrofias corneales que pueden afectar a todas las capas de la córnea. Una inmensa mayoría se deben a causas hereditarias y requieren tratamiento para la rehabilitación visual (en muchas ocasiones este tratamiento desemboca en un trasplante de córnea).
Además de todas las enfermedades citadas con anterioridad, existen muchas otras patologías que pueden afectar a la córnea. Entre ellas, la blefaritis, inflamación de los párpados y pterigión.
Un pterigión es una de las patologías oculares más frecuentes y conocidas, junto con su variante menor, la pinguécula. La gran mayoría de veces se trata de una alteración benigna, la vemos en la parte interna del ojo, parte más cercada al lacrimal en la conjuntiva, aunque puede llegar a invadir la córnea y alterar su transparencia.
Si te has sometido a una cirugía ocular, no olvides la importancia que tiene una buena cicatrización corneal
Cuando nos sometemos a una cirugía en la superficie ocular, nuestra córnea se ve afectada por las incisiones. Por ello, es de vital importancia el uso de colirios antiinflamatorios y cicatrizantes además del antibiótico. La asociación del ácido hialurónico de alto peso molecular y la heparina oftálmica consiguen una correcta cicatrización sin alterar la visión.
Consejos para un buen cuidado corneal
En una cierta parte se puede evitar el daño corneal y por lo tanto, sus posibles complicaciones. Algunos de los consejos a seguir para ello son:
- Evitar el mal uso o uso excesivo de lentes de contacto, llevarlas solo las horas indicadas y sobre todo, no dormir con las lentes de contacto puestas.
- Los líquidos irritantes pueden crear lesiones corneales al entrar en contacto con los ojos, por lo que hay que prestar especial cuidado a los detergentes y líquidos de limpieza del hogar.
- Proteger los ojos del impacto del sol con filtro ultravioleta.
- Uso de gafas de protecciónpara la realización de trabajos donde pueda haber riesgo de que entren partículas en los ojos que puedan dañarlos (jardinería, carpintería, uso de radiantes, etc).
- Uso de lagrimas artificiales para mantener el ojo hidratado y que no se produzca sequedad ocular.
En caso de producirse una lesión corneal deberá acudir de forma inmediata a su oftalmólogo para su inspección.